Todo guerrero necesita un alto al fuego,
una pausa solitaria,
un diálogo con su locura,
para calmarse y proclamar la paz interna.
Aquí nacen mis ganas de seguir.
Justo en el momento en que paro, pienso, desecho y vuelo,
en soledad, como debe aprenderse toda lección
para madurar y poner nuevas metas.
Todo guerrero necesita devolver al pasado lo que es pasado,
un corto y continuo,
un soplo de presente y olvido,
para sonreír por sus victorias y no nublarse con sus derrotas.
Aquí nace mi victoria,
justo en el momento en que el orgullo crece
en mi interior, al darme cuenta de lo conseguido,
para levantarme y sentirme VIVA.
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